lunes, 30 de mayo de 2022

Tikal (3A)

Tikal, Guatemala, es quizá la más sorprendente de las ciudades mayas. Templos, plazas, santuarios, plataformas ceremoniales y altares conforman este espacio de una riqueza inabarcable en una sola visita. Es, también el mayor de los 3.000 sitios arqueológicos del país. Tikal está dentro del parque nacional que lleva ese nombre, en plena selva, bosques lluviosos, todo en compañía de monos araña y aves exóticas.
En su época de esplendor -entre los años 550 y 850 d.C.- aquí vivieron los hombres y mujeres de maíz, según el mito que dio origen a los Mayas, y fue un centro de enseñanza de matemática, astronomía y arte.

Después, sus habitantes emigraron y llegó la decadencia, pero no hay tiempo ni humedad que le quiten a Tikal algo de su magia y belleza, diseñada con los templos más altos del mundo maya, de hasta 70 m de altura.
Más de 3.000 estructuras fueron encontradas debajo del barro y la vegetación.
Quizá lo que distingue a Tikal de otros centro arqueológicos es que las construcciones de piedra no están totalmente descubiertas y la intervención para preservarla es mínima. La otra particularidad es que hay que visitarla caminando entre árboles altísimos, el perfume de las flores, el calor casi salvaje y los gritos de las cigarras.
Tikal fue una ciudad ceremonial. Aquí los Mayas estudiaron el cielo, crearon conceptos como el número cero y el calendario. Pero fue también capital de un potente estado y sus habitantes, comerciantes y guerreros.
Entre los templos y plazas, una enorme cantidad de estelas y altares relatan parte de la historia de las dinastías que gobernaron a los Mayas en Tikal. Pero lo mejor es empezar por algún templo: basta verlos para saber que la subida será difícil. En el último escalón, bien arriba, el paisaje es un mar verde del que parecen emerger más torres blancas, una compensación para el temblor de las piernas y el corazón.

La ciudad permaneció escondida en la selva hasta 1848, y en 1979 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Su nombre - que no es el original que le dieron los Mayas - significa "lugar de voces".
Entre los vapores que a veces se levantan durante la mañana -el momento ideal para recorrer el parque- no cuesta imaginar cómo era hace más de 2.000 años, con las construcciones blancas, pintadas con algunos detalles en rojo, amarillo, azul y negro. Dentro del sitio arqueológico hay muchas actividades para completar la visita: el museo con colecciones de cerámica, escultura de piedra, jade y hueso; la observación de flora, fauna y de aves y de senderos culturales. Es importante llevar agua potable, ropa para clima cálido y zapatos cómodos, gorra, protector solar, impermeable y repelente para insectos.