Una tradición secular
Mallorca está muy orgullosa de ser el único lugar en el mundo, junto con la ciudad de Alguer (Cerdeña), que ha conservado a lo largo de los siglos la representación de un texto religioso medieval. En todas las iglesias de la isla, la noche del 24 de diciembre se pone en escena el Canto de la Sibila cuyas raíces hay que buscarlas en la Baja Edad Media. La participación de los ciudadanos a este acto solemne es muy sentida y destacan las celebraciones de la Catedral de Palma de Mallorca y del Monasterio de Lluc.
Un canto profético
El Canto de la Sibila es un drama litúrgico de melodía gregoriana que se hizo popular en algunas catedrales del sur de Europa. Se trata de la lectura cantada de un poema sobre el Juicio Final y las primeras funciones de las que se tienen noticias fueron en latín; más tarde se adaptó a las necesidades del pueblo y empezó a cantarse en las lenguas locales, por ejemplo en mallorquín.
El personaje de la Sibila
En la antigüedad clásica, las Sibilas eran unas mujeres a las que se les atribuía un espíritu profético. Si bien las sibilas eran varias, la llamada Sibila Eritrea era la que había sentenciado el fin del mundo, profecía que coincidía con el anuncio del Juicio Final tanto de la tradición judía como de la cristiana. Así pues, dichas comunidades adaptaron este personaje femenino a sus respectivas narraciones.