Una doble realidad
Las redes sociales han dejado de ser un fenómeno de actualidad para pasar a formar parte de nuestra vida cotidiana, sobre todo entre los más jóvenes que han crecido contemporáneamente a la difusión de estos instrumentos de comunicación. La realidad real y la virtual casi se confunden, se mezclan entre sí creando canales a través de los cuales los usuarios estamos en contacto con el mundo y nos sentimos parte de él.
Libertad de expresión
Gracias a redes sociales como Twitter es posible escribir un comentario breve – un tuit, en español – acerca de un tema o de una persona, o bien publicar fotografías, escribir opiniones y reflexiones más o menos largas, como en el caso de Facebook. Y hasta aquí, todo bien, puesto que la libertad de expresión es un derecho al que los seres humanos no tenemos intención de renunciar.
Sin embargo, cuando afirmamos o comentamos algo a través de una red social, a veces lo hacemos sin tener en cuenta el modo y la intensidad de lo que expresamos, y nuestras opiniones corren el riesgo de ofender, herir e incluso fomentar el odio hacia un colectivo. Los motivos pueden ser muchos: desde la indignación por otro comentario que nos irrita, hasta las ganas de querer hacer justicia por nuestra cuenta.